En las últimas décadas, estamos siendo testigos de un vertiginoso desarrollo científico que está transformando radicalmente la concepción y desarrollo de la comunicación científica. Este frenético progreso está dando lugar a un incremento sin precedentes en la producción e investigación científica a nivel global, lo cual se ha convertido en un indicador crucial de la capacidad y la trayectoria de cada equipo de investigación.

Dentro de la complejidad de la producción científica, que abarca desde la generación y concepción de la investigación hasta su comunicación, algunos autores apuestan por ubicarla en el núcleo mismo de las universidades o centros de investigación, englobando a todas aquellas actividades académicas y científicas de un investigador, aunque no se hayan publicado.

Revistas científicas

Desde nuestra experiencia como editores de revistas científicas de alto impacto a través de Arán Ediciones, observamos cómo el conocimiento científico se completa de forma centrífuga y centrípeta. Su difusión supone un claro enriquecimiento al contacto con toda la comunidad académica, en una primera instancia, y posteriormente al resto de la sociedad si bien con un carácter más divulgativo. Su dinámica involucra a comunidades científicas que interactúan entre sí para generar, discutir y evaluar ideas, datos, problemas, hipótesis, teorías, preguntas y respuestas, al establecerse un vínculo entre la mera producción científica y su publicación.

Los canales de comunicación científica se articulan a través de dos categorías principales: formales e informales. Los canales formales incluyen la publicación en libros y revistas científicas, mientras que los canales informales abarcan la comunicación oral, conferencias en congresos y comunicaciones personales entre científicos, así como las inserciones en prensa.

Cuando se difunden los resultados de la investigación a través de canales formales e informales, el conocimiento deja de pertenecer exclusivamente a su autor y se incorpora al conocimiento de la humanidad.

Credibilidad

Debido al continuo avance de las nuevas tecnologías -de forma más reciente, la Inteligencia Artificial Generativa-, y la multitud de plataformas digitales, la barrera entre los dos tipos de canales es más difusa y su credibilidad puede verse resentida.

Por este motivo, las revistas científicas adquieren un rol central en el proceso de comunicación científica al convertirse en los principales vehículos para la difusión del conocimiento científico, regulando además su acceso y distribución. No solo tienen un impacto científico al ser utilizadas por académicos e investigadores, sino que también tienen un impacto social al aplicar los resultados de forma directa en el plano médico, en beneficio de la sociedad.

Con motivo de la fragilidad de la información (bulos o fake news), que lamentablemente permea todas las disciplinas, también en la información científica o médica, las publicaciones científicas se erigen como una voz fiable y rigurosa más allá del ámbito académico. Sirva como ejemplo, la valoración por parte de los medios de comunicación, sabedores de la credibilidad de las fuentes académicas y su interlocución.

La evolución de la comunicación científica, en respuesta a los cambios en la forma en que se realiza la investigación científica, incluyendo la globalización y la colaboración en redes más amplias, ha procurado que los códigos y normas dentro del sistema de comunicación científica sean establecidos por la propia comunidad científica para garantizar su función social.

No hay alternativa, ante un mundo en constante evolución. La comunicación y producción científica son elementos inseparables en la creación, validación y difusión del conocimiento que impulsa tanto la academia como la sociedad en su conjunto. Este escenario tan cambiante continuará transformándose a medida que la ciencia avance, y se adaptará a las nuevas realidades tecnológicas y sociales del siglo XXI.